¿Qué más podría esperar?

Aún no puedo aceptar la realidad,
y es que hoy pude ver tu felicidad,
en los brazos de alguien más.
¿Qué más podría esperar?
 
Solo recuerdo tu amor,
tan puro como una canción.
Creo que solo me dejé cegar,
por mi fría incredulidad.
 
Y es que solo soy un poeta más,
esperando tu regresar,
tratando de encontrar mi lugar.
¿Qué más podría esperar?
 
Solo recuerdo tu amor,
tan bello, tan auténtico.
Fui tan egocentrico, que no podía
ni a mi propia sombrar aceptar.

¿Porqué me gustas tanto?

Aún no encuentro explicación del porque me gustas tanto. Creo que es tu manera de ser tan paciente o tal vez puede ser la manera en la que me tratas con tanta dulzura. Aún recuerdo cuando me seguías por todo el campus y yo tan ingenuamente aceptaba tu compañía sin pensar en algo más, para mi era algo totalmente ilógico. ¿Quién iba a fijarse en mi? Era tan «ñoña», solo pensaba en asuntos escolares, no era de esas chicas con las que te solías reunir que solo pensaban en que iban a usar para la fiesta del fin de semana.

Me di cuenta con el paso de los días que había algo en ti que no podía dejar pasar, poco a poco te estabas convirtiendo en alguien tan importante en mi vida que yo ni siquiera me daba cuenta, solo esperaba algunos de tus mensajes o esperaba que me llamaras para invitarme a salir y yo tontamente pensaba en que solo me agradaba tu compañía, pero me di cuenta que era algo más. Cada vez que vibraba mi teléfono quería con tantas ganas que fuese un mensaje tuyo y cuando era así no dudaba en contestar. Alegrabas mis mañanas y tardes.

Me parece tan increíble como el amor llega a ser tan poderoso, como te atrapa en un segundo y no te deja ir. Como llega a volverte ciego y comienzas sin darte cuenta a querer esa compañía, pero no de cualquiera, sino de esa persona especial que no puedes dejar de esperar cada mañana para conversar y hace que las horas parezcan segundos y al finalizar el día no puedes separarte y lo único que deseas en ese momento es un «no te vayas».

Supongo que el amor es eso, lo que te hace sacar lo más frágil de ti, ese aspecto vulnerable que hace que caigas en un instante y te hace tan cariñoso, una cara de la moneda de tu ser que jamás has visto o que no es algo «común» de tu persona.

Eso es lo que yo siento a tu lado, algo que ni yo me lo he explicado.

Tú que eres la luz de luna que ilumina mis noches,
la melodía que escucho al encender el radio.
Tú que eres mi cuento de hadas favorito,
el que me encanta leer antes de dormir.

Tú que eres esa vela que mantengo encendida,
esa pintura perfecta que está en un museo.
Tú que eres mi gran montaña de oro
la que tanto atesoro.

Esa sonrisa tuya

Amo esa sonrisa tuya que me alegra,
que ilumina mis días y me pone tan feliz.
Esa sonrisa tuya que me invita ser mejor,
que me aloca el corazón.
 
Amo esa sonrisa tuya que me enamora,
que me causa tanta ternura.
Esa sonrisa tuya que me calma,
aunque sienta que se me destroza el alma.

 

La última vez

Aún recuerdo su cabello largo y liso, recuerdo como cada uno de sus cabellos bailaban al ritmo del viento. Estaba ahí tan bella como siempre a punto de entrar a la cafetería. Al entrar se sentó a 3 mesas de mi, y como era de esperarse pidió un capuchino, su favorito.

En ese momento quise levantarme de la mesa e ir hacia ella, quise decirle todo lo que siento por ella, quise pedirle perdón por mis errores, por mi manera tan tonta de ser. Quise decirle cuanto la amaba y cuanto la extrañaba, que no podía aguantar un segundo más sin ella, pero sabía muy en el fondo que no podía dar la cara.

Me odio tanto a mi mismo, esta maldita inseguridad solo la cansó y ahora la he perdido para siempre, me encuentro en un vacío del cual no puedo salir, me hace falta su presencia, me hacen falta sus abrazos y sus caricias.

Me quedé mirándola un poco más hasta que ella volteó, yo solo tomé mi libro y volteé hacía otra dirección y así no pudiera reconocerme. ¿Quién quiere reconocer a alguien que no supo apreciar lo que tenía en sus manos y solo lo dejó caer como si fuera una bola de cristal? Olvidé el valor de mi bola de cristal y solo la dejé ahí, rota. Mil pedazos en el suelo, los pedazos de su corazón.

En ese momento de reflexión decidí que debía decírselo, al menos intentar una vez más ganarme su corazón. Cuando por fin me levanté e iba caminando a su mesa se interpuso en mi camino alguien más a saludarla y ahí fue cuando sentí un golpe en el pecho. Ahí estaba él, ella se veía tan feliz, como nunca en la vida la vi, tal vez se le veía más feliz que cuando estaba en mis brazos.

No quise ver más esa escena, las lágrimas corrían por mis mejillas lentamente una tras otra mientras se hacía un nudo en mi garganta. Abrí la puerta del local sin mirar atrás. Esa fue la última vez que la vi, después de todo ya era demasiado tarde.

¿Qué puede ser peor?

«¿Y qué?, que puede ser peor?, ¿de lo que vivo el día hoy?»… – Y Qué? Inspector. 

La música sonaba a todo volumen mientras mis oídos disfrutaban y se dejaban llevar por el ritmo de la música, pero después de un momento caí en cuenta que era cierto. Ese sentimiento de temer a algo desconocido, a no saber que sucederá en un futuro es algo que me asfixia cada día, algo que no para de hacer ruido como un zumbido constante que altera mi mente, que no deja de molestar y solo puedo caer ente él.

Soy como un peón más de los pensamientos negativos, un peón que solo se mueve para su propia desgracia. Los miedos y el temor a no saber que hacer ante un problema me hace sentir como una obra trágica de Sófocles donde no puedo escapar de mi destino y mis decisiones me llevan a la miseria.

Caí en cuenta de que nada puede ser peor, de que tengo que perder el miedo y seguir adelante, tomar ese miedo y arrojarlo al basurero y dar todo el esfuerzo posible para no volver a caer, para no volver a sentir como si fuera arrastrada a un agujero negro lleno de inseguridades, donde no puedo ver ni siquiera mi propia sombra.

Es tiempo de ser esa persona que no teme a lo desconocido, y si lo hace toma cartas en el asunto y se las arregla para ser feliz. Es tiempo de disfrutar lo que sucede en mi vida, de disfrutar el tiempo que me queda en el mundo porque vida solo es una. Es tiempo de no caer rendida ante un problema, de no hacerlo más grande, de dejar de hacer una tormenta en un vaso con agua que me ahoga cada vez más con mis propias lágrimas.

Como dice un dicho que alguien importante y sabio me dijo una vez «si un problema tiene solución, ¿para qué preocuparse? y si no tiene, ¿porqué te preocupa?» Vale más intentar y dar todo de si que no haberlo intentado y al final preguntarme a mi misma nuevamente el porqué me rendí?, porqué dejé pasar las oportunidades por el miedo de fracasar?

Es momento de tomar un respiro, de comenzar de nuevo, de aprovechar al máximo. Es momento de seguir adelante.